Si quieres puedes, pero hay que querer....
Club de futbol Boetticher, toda una experiencia...
En el barrio de clase obrera de Villaverde, en el extrarradio de Madrid, se encuentra el club de fútbol Boetticher, un lugar donde se viven valores fundamentales que trascienden el deporte. Lobo, que ha estado jugando como portero durante tres meses, ha sido testigo del espíritu de unidad y amistad que caracteriza a su equipo. Entre sus compañeros, hay niños de diversas nacionalidades, y aquí no existen distinciones ni por raza ni por color de piel. Todos se convierten en amigos a través del fútbol, compartiendo risas y aprendizajes en cada partido, ya sea que jueguen juntos como equipo o se enfrenten como rivales al día siguiente. Este ambiente inclusivo fomenta el respeto y la comprensión, enseñando a los pequeños que el verdadero valor del juego radica en la camaradería y en la celebración de sus diferencias. Así, en cada entrenamiento y cada partido, se forjan lazos que perduran más allá del campo.
El club Boetticher tiene una larga trayectoria en la formación de jóvenes futbolistas. Con entrenadores comprometidos y un ambiente cálido, la escuela de fútbol se ha convertido en un espacio donde los niños aprenden no solo a dominar el balón, sino también a convertirse en mejores personas. La figura del portero es especialmente interesante; requiere coraje, agilidad y, sobre todo, una gran responsabilidad. Cada partido, Lobo se pone bajo los postes, dispuesto a cuidar la portería con toda su fuerza. Esta posición le ha enseñado a ser valiente, a nunca rendirse, incluso cuando las cosas no salen como espera.
A medida que entrena, Lobo no solo mejora sus habilidades técnicas; aprende también a trabajar en equipo. En cada práctica, se da cuenta de que el fútbol es un deporte colectivo donde cada jugador tiene un papel crucial. Esta enseñanza está trascendiendo las líneas del campo, fomentando en él un sentido de solidaridad y compañerismo. Ha formado lazos con sus compañeros de equipo que van más allá de la amistad, creando un entorno en el que todos se apoyan y celebran juntos cada logro.
La disciplina es otra de las lecciones que ha aprendido en el club. No siempre es fácil levantarse para entrenar después de un día agotador en la escuela, pero Lobo ha comenzado a entender que el esfuerzo y la dedicación son fundamentales, no solo en el deporte, sino en cualquier aspecto de la vida. Su entrenador, Cesar, que es un modelo a seguir, promueve la importancia de trabajar duro. Esta lección ha permeado en su vida cotidiana, motivándole a esforzarse también en sus estudios y otras actividades.
Un aspecto que resalta en la filosofía de la escuela es el respeto. En cada entrenamiento y cada encuentro, se enfatiza la importancia de respetar a los adversarios, los árbitros y, sobre todo, a sí mismos. Lobo ha aprendido que el fútbol no solo se trata de ganar, sino de jugar de manera justa y con integridad. Estos valores le están moldeando, ayudándole a desarrollar una actitud positiva ante la vida.
Los fines de semana en Villaverde son días especiales. Lobo se prepara con entusiasmo para los partidos, donde cada victoria se celebra y cada derrota se convierte en una oportunidad de aprendizaje. Las vivencias en el campo, ya sea bajo la lluvia o con el sol brillando, han forjado en él un sentido de comunidad. Su familia y amigos, incluidos los vecinos del barrio, acuden con sus mascotas perrunas, convirtiendo cada partido en una verdadera fiesta.
La pasión que siente Lobo por el fútbol se ha convertido en un deseo de superarse. Se ha vuelto más responsable, no solo con su deporte, sino también en casa. Esta mas enfocado en el cuidado del entorno o colaborando en tareas domésticas, demostrando un crecimiento personal que me llena de orgullo como padre. La enseñanza que le brinda el club Boetticher ha impactado su forma de ser, y como resultado, lo veo convirtiéndose en un niño más empático.
En esta etapa de su vida, el fútbol ha sido un catalizador de crecimiento. Lobo está aprendiendo que el camino hacia ser mejor no es recto, sino que está lleno de obstáculos que hay que superar. Cada entrenamiento es una clase magistral sobre la misma vida. A través del trabajo en equipo, la disciplina, el respeto y la pasión, está desarrollando una personalidad fuerte que le acompañará no solo.
Mientras continúo observando su evolución en el club Boetticher, me siento agradecido por las oportunidades que le brinda. No se trata solo de fútbol; se trata de formar a los pilares del futuro. Estoy convencido de que, gracias a su experiencia en la escuela de fútbol, Lobo no solo será un gran portero, sino también un gran ser humano. Cada día, rindo homenaje a su dedicación y esfuerzo, seguro de que se está convirtiendo en la mejor versión de sí mismo.